La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol es un servicio misionero de la Iglesia para ayudar a las vocaciones surgidas en los territorios de misión. Su objetivo es estar al lado de muchos jóvenes que quieren seguir su llamada al sacerdocio o a la vida consagrada, pero carecen de los recursos mínimos para poder completar su formación.
Para dar apoyo a las vocaciones locales, tan importantes para las Iglesias que están aún consolidándose, se realiza una Jornada de Vocaciones Nativas.
La joven Juana Bigard y su madre, Estefanía, pusieron en marcha esta Obra en Francia en 1889, a la vista de las necesidades de ayuda para el clero autóctono de las que les hablaba en sus cartas el obispo misionero de Nagasaki.
La Obra de San Pedro Apóstol es la respuesta pontificia a las dificultades que tienen que afrontar en su camino numerosas vocaciones nacidas en la geografía de la misión. Para ello, siguiendo los pasos de su fundadora, Juana Bigard, esta Obra recuerda a todos que la voz de Dios no es “de una sola tribu, sino de todas las tribus, de todos los pueblos, de todas las razas”, y que la vocación al sacerdocio o a la vida consagrada ha de ser católica y universal “como católica y universal es la Iglesia”.